Ir al contenido principal

Werner Herzog - The White Diamond (2004)


Inglès/English I Subs:Castellano
88 min I Xvid 608x352 I 978 kb/s I 128 kb/s cbr mp3 I 29,97 fps
700 MB
Doce años atrás, el documentalista alemán Dieter Plage encontró la muerte en el corazón de la selva de la Guayana, cuando volaba con un ingenio propulsado por helio, el Jungle Airship, inventado por un amigo suyo, mientras observaba la vida salvaje en las copas de los árboles. En verano de 2004, Werner Herzog, reemprende esta expedición de alto riesgo en un nuevo prototipo aerostático de características parecidas en compañía del ingeniero del zeppelín siniestrado, para registrar y narrar la fatídica historia de Dieter.
Durante el Festival de Cannes de 1982, donde Werner Herzog ganó el premio al mejor director por Fitzcarraldo, Wim Wenders invitó a una veintena de directores (Antonioni, Godard, Fassbinder, Spielberg, Herzog, el mismo Wenders...) a que se encerraran por un ratito en la habitación 666 de cierto hotel y predijeran, solos frente a la cámara que ellos mismos debían encender y apagar, cuál sería en su opinión el futuro del cine. La toma fija incluía una silla, una mesa, una ventana y a la derecha, molestando, un televisor encendido. Algunos directores ni notaron el aparato, otros lo notaron sin escándalo, alguno comentó sarcásticamente su trascendencia para la pregunta. Cuando le tocó el turno a Herzog, lo primero que hizo después de quitarse los zapatos (“Esta pregunta no se puede contestar con los zapatos puestos”, alegó el hombre que unos años antes se había comido un zapato en cámara) fue lo que todo espectador deseaba en secreto desde el principio, pero no creía que fuera posible hacer: apagar el puto televisor ése. 
Se pueden olvidar sin culpa los pronósticos cinematológicos de Herzog y demás luminarias acerca de eso que sólo el tiempo acaba contestando, a medias y contra cualquier expectativa. Pero ese instante mágico, casi impensable antes de que suceda, en el que Herzog nos libera de las imágenes indeseadas del fondo –ese gesto mínimo y soberano de autodeterminación humana–, eso perdura: la habitación 666, como visitada por su dueño legítimo, el demonio, ya no vuelve a ser la misma cuando él se va. 

Desde que en 1972 filmó Aguirre, la ira de Dios en la selva amazónica, Herzog acude regularmente al llamado de la jungla sudamericana. Volvió una década después para rodar Fitzcarraldo, un lustro más tarde por Cobra Verde y a fines de siglo para recordar a su enemigo más íntimo, el no menos inurbano Klaus Kinski. En el 2000 volvió junto a Juliane Koepcke, una bióloga alemana que en 1971 tomó el avión que Herzog mismo debería haber tomado durante la filmación de Aguirre..., cayó en la selva y fue rescatada luego de estar diez días a la deriva. The White Diamond, el Herzog más reciente, transcurre una vez más en el territorio opuesto al desierto (otra geografía extrema cara a Herzog: Fata Morgana, Donde sueñan las hormigas verdes, Lecciones de oscuridad); en este caso en Guyana, la república más perdida del continente. 
La historia que cuenta Herzog tampoco es nueva: un hombre tiene un sueño y hace todo por no despertar de él. En lugar de un falso melómano alemán tratando de pasar un barco a vapor por encima de un monte que divide dos ríos, ahora se trata de un verdadero ingeniero inglés que quiere volar en un mini-zepelín de fabricación propia por sobre una zona aún no explorada del planeta. Con escenas de archivo en blanco y negro se cuenta al principio la antigua pasión de aquellos hombres magníficos en sus máquinas voladoras; luego, el ingeniero Graham Dorrington explica con entusiasmo enternecedor detalles técnicos que el espectador medio –medio aburrido– no hará ningún esfuerzo por tratar de comprender, y por fin, en una avionetita que da más miedo que el zepelín, llegamos a lo verde. 
Antes del primer despegue, Herzog le explica a Dorrington la diferencia entre dejarlo volar solo y acompañarlo: “Hay estupideces heroicas y estupideces estúpidas: no subirme con vos corresponde al segundo tipo”. Con una vieja cámara en la mano (“In celluloid we trust”, proclama al subirse), el ya tampoco joven loco de la selva –este año cumple 63, lo que no significa que le queden dos para jubilarse– emprende junto a Dorrington la travesía aérea en “el zepelín más pequeño del mundo”. Por el incendio de uno de los propulsores, el primer viaje del Diamante Blanco casi termina de forma fatal, como el anterior. 
Sólo de a poco el espectador se va enterando de la historia que subyace a la historia: doce años atrás, con un modelo anterior y en Sumatra, Dorrington había espiado las alturas junto al conocido documentalista de animales Dieter Plage. Alma gemela de Herzog en profesionalismo y temeridad, Plage alguna vez fue pisado por un elefante durante una filmación, cosa que podría haber constituido una catástrofe si no fuera porque “la suerte quiso que la cámara siguiera encendida”. (En la película se muestran las arrolladoras imágenes del accidente.) En aquella excursión indonesa, durante un vuelo solitario en el globo aerostático de Dorrington, Plage cayó tras engancharse con un árbol y murió mientras su amigo trataba de salvarlo. “Le lavé el cuerpo en el río, todavía veo su sangre deslizándose con el agua”, cuenta Dorrington de cara a otro río, el que eligió ahora para homenajearlo con su nuevo aparato de volar. 

Los traumas aéreos tampoco son nuevos en la extensa filmografía de Herzog. Antes de rehacer junto a Juliane Koepcke el calvario que vivió en la selva peruana luego del accidente de avión, el director se fue a Laos junto a Dieter Dengler, un alemán que emigró a Estados Unidos para cumplir su sueño de ser aviador, se alistó en la fuerza aérea yanqui y durante su primer vuelo en Vietnam cayó en manos de los enemigos. Tanto “Alas de Esperanza” como “El pequeño Dieter necesita volar” cuentan tragedias que involucran aviones, selva, supervivencias y la recuperación heroica del pasado, un procedimiento de densificación emocional que Herzog vuelve a ensayar en The White Diamond. (...)

En su apasionante diario de filmación de Fitzcarraldo, Conquista de lo inútil, publicado luego de que su autor pasara 25 años sin animarse a leerlo, Herzog nunca explica cabalmente por qué hizo esa película demencial (“¿Y si hago yo de Fitzcarraldo?”, se pregunta cuando le falla Mick Jagger, el primero que ocupó el lugar de Kinski: “Me animaría a hacerlo, porque mi tarea y la de él se hicieron idénticas...”). Dos pasajes arrojan una luz oblicua sobre este punto oscuro: “Antes de los primeros rápidos que preludian al Pongo de Manseriche, nos llegó una correntada de aire frío y cortante desde un pasaje angosto entre las montañas. Aquí, regresar aún hubiera sido posible. Con el soplo gélido escuchamos un lejano tronar desde la quebrada, y nadie entendía por qué seguíamos andando, pero seguimos andando porque seguimos andando”. Y más adelante: “Laplace habló de aplanar la pendiente hasta que tuviera sólo un 12 por ciento de caída. Le dije que no lo iba a permitir, porque de esa forma perderíamos la metáfora central de la película. ‘¿Metáfora de qué?’, me preguntó. Le dije que eso no lo sabía, sólo que era una gran metáfora”. 
The White Diamond, como ya lo indica su título, también es una gran metáfora de nada. Un derroche. Por eso parecen fuera de lugar la prehistoria traumática y las presuntas razones de la elección del escenario. Volamos porque volamos: cualquier otra justificación racional sería insensata. (Ariel Magnus, Acefalis)
It's a good bet there are no directors who float between feature and documentary filmmaking as smoothly as Werner Herzog. The White Diamond (2004) is a companion piece of sorts to his well-received Grizzly Man. Both are about eccentric dreamers who travel to harsh landscapes following their dream with tragic consequences. In other words, perfect "Herzogian" fodder. Two important differences: White Diamond is filmed in the standard way (not piecing together another's videotape) and the tragedy occurred years before cameras rolled. Dr. Graham Dorrington is a man driven to fly. The Cambridge scientist creates new types of airships to explore the canopy of tropical rain forests. Herzog and his crew follow Dorrington to Guyana to see if this new-age dirigible can bring us closer to this fragile and important ecosystem. The film is less about what those discoveries might mean and more a portrait of a man. This is not Dorrington's first attempt to go to the jungle. A haunting accident a decade earlier in the forests of Borneo nags at him and Herzog prods Dorrington's recollections. The 90-minute film has some very rich side trips well worth taking: a legend of the gigantic Kaieteur Falls, the diamond mines of the area, and getting to know one of the hired porters. Herzog injects his own thoughts and gets into the action (he's on the initial flight, much to the chagrin of some of the team members) while delivering a satisfying, gorgeously shot film. --Doug Thomas
"La vida es inaprensible." Taisen Deshimaru
"El mundo se revela para aquellos que van a pie." Werner Herzog

Nuevos enlaces y mensaje de chicharro:

"La subida va en recuerdo de saynomoreglass, que nos ofrecía estos ciclos fantásticos de algún director, cuando se le metía la idea entre ceja y ceja. Un abrazo para él!"

http://www26.zippyshare.com/v/PVWQAdX6/file.html
 http://www23.zippyshare.com/v/LnHp7ZQC/file.html
 http://www40.zippyshare.com/v/MvfXZMgh/file.html
 http://www67.zippyshare.com/v/kN29H9n6/file.html
subs:
http://www44.zippyshare.com/v/2ShjQyB1/file.html

Comentarios

Entradas populares de este blog

Christian Petzold - Barbara (2012)

Alemán | Subs: Castellano, English 101 min | xvid 656x368 (16:9) | 1215 kb/s | 448 kb/s mp3 | 25.0 fps | 1.17Gb + 3% http://www.imdb.com/title/tt2178941/   East Germany in 1980: Physician Barbara has been transferred for disciplinary reasons because she had filed an "Ausreiseantrag", officially expressing her wish to leave the German Democratic Republic. This puts an end to her career and she is no longer employed by the prestigious Charité in East Berlin, being sent instead to a small hospital near the Baltic Sea. There she works in pediatric surgery, a department led by chief physician André Reiser. The Stasi orders Reiser to approach her in order to gain intelligence on her, but she refuses his advances. Alemania Oriental, 1980: la médica Barbara Wolff ha sido transferida por razones disciplinarias dado que presentó un "Ausreiseantrag", la solicitud para viajes al exterior, expresando con ello su deseo de abandonar la RDA. Esto acaba con s

Akira Kurosawa - Warui yatsu hodo yoku nemuru (1960)

Los canallas duermen en paz/The Bad Sleep Well Japonés | Subs(srt):English,Castellano,Français,Italiano,Português 151 min | XviD 696x296(2,351:1) | 1630 kbps | 192 kbps AC3 | 23,976fps 1,93 GB +3% recuperación/recovery http://www.imdb.com/title/tt0054460/ La película comienza con el banquete de boda de la hija del presidente de una gran compañía. Poco sabemos al principio; aires de corrupción se ciñen sobre los comensales, el novio quizá se casa por interés, el hermano de la novia es amigo del novio y no duda de sus intenciones ¿o sí?. Ni siquiera sabemos en quién recaerá el protagonismo, ni por donde irá la trama; pero un pastel de inmaculada blancura presagia que el asunto tomará tintes bastante negros. <<[...]The Bad Sleep Well is extremely well-written and acted and keeps your attention from start (the cake scene) to finish (the final showdown). I love how Kurosawa does NOT follow the expected path in this and his other pictures. Anyone want

Howard Hawks & William Wyler - Come and Get It (1936)

Inglès | Subs:Castellano .srt + ES/EN/FR idx/sub (todos muxed) 99 min | x-264 mkv 720x480 | 1765 kb/s | 192 kb/s AC3 | 23.97 fps 1,39 GB En las grandes zonas de bosques del norte de los Estados Unidos, un padre y un hijo se enfrentan al poder, la riqueza y el amor. Ambos se disputan el control de un negocio maderero y el amor de la misma mujer. Rivales es un Hawks en estado puro, a pesar de compartir cartel en labores de dirección con otro monstruo –aunque mucho más diligente para con la política de estudios– llamado William Wyler. Grupo de profesionales haciendo lo que mejor saben hacer (en este caso, rudos leñadores que acarrean enormes troncos río abajo) y que aprovechan las pausas entre viaje y viaje para armar gresca en las tabernas. Hombres que juegan y ganan, aunque realmente no parezcan darle mucha importancia a esta circunstancia a todas luces casual, preparándose siempre para afrontar esa racha en la que, irremediablemente, toque perder. Amigos fieles h