Inglès/English I Subs:Castellano
68 min I Xvid 720x528 I 1274 kb/s I 128 kb/s cbr mp3 I 23,97 fps
699 MB
Una enfermera es contratada para cuidar una paciente en una isla caribeña.
"Parece extraño… hace un año creo que no sabía ni qué eran los zombis. Pensaría que eran extraños, aterradores y algo divertidos“.
Con estas palabras de la enfermera Betsy comienza Yo anduve con un zombi, la película más bella y lírica de la serie producida durante los años 40 por el excepcional Val Lewton (1904-1951). Una ensoñación maligna y sobrenatural situada en Las Antillas. Un poema sobre la vida y la muerte que transcurre en un mundo en descomposición en el que los nativos lamentan los nacimientos y celebran los entierros, un lugar en el que los peces saltan de terror a la superficie putrefacta del mar y en donde mueren las estrellas.
En Yo anduve con un zombi, al igual que en las demás películas de Lewton, la oscuridad se convierte en el principal recurso narrativo y estético. La oscuridad es profunda, insondable. Los sonidos, los olores y hasta el miedo recorren la oscuridad como un escalofrío hasta llegar a hacerse casi táctiles. El mar y el viento crean límites geográficos y espirituales, se convierten en vías espectrales por donde transitan las voces, los pensamientos y las almas. Lo etéreo y lo terrenal, lo aparente y lo oculto, la vida y la muerte se funden de forma apaciguada, al compás del suave ritmo del Calypso y del sonido de los cañaverales cuando los acaricia la brisa preñada de yodo y de malos presagios.
La producción de Yo anduve con un zombi vuelve a reunir por segunda vez a Val Lewton con el director Jacques Tourneur (1904-1977), con el que rodará algunas de las mejores películas de la serie. Su producción dio comienzo tan sólo dos meses después de terminada la primera película de su colaboración conjunta; La mujer pantera (1944). Es con Tourneur con quien Lewton determinará desde esta primera, las características formales y estéticas de todas las películas de género fantástico que produce durante los años cuarenta para la RKO. Lewton y Tourneur compartían gustos y aficiones y una forma muy concreta de entender el género; para ambos lo importante era sugerir, nunca mostrar.
Según se comentaba, Lewton presentía que la ausencia de una amenaza específica permitía que cada espectador proyectara sus miedos más íntimos. Sin embargo, Lewton sí nos da pistas a través del sonido de la naturaleza de esa amenaza, el plano queda fijo pero el sonido es el que nos sugiere qué tipo de peligro acecha a los protagonistas de sus películas; y es el sonido, e incluso la ausencia de éste, utilizados ambos, sonido y silencio, de manera magistral, del que se vale para mantener un tenso suspense que explota de manera brusca e inesperada para el espectador. La utilización del terror sugerido se convertirá en el recurso de éxito y en la seña de identidad de las producciones Lewton y también en una característica de todo el cine de Tourneur. Al respecto, Tourneur señalaba: “(…) de cualquier modo, la utilización del estilo elíptico, la manera de sugerir el horror, es una aportación personal y continúo estando convencido de que es la única forma válida de hacerlo”.
El clímax de este “suspense de lo sobrenatural” ocurría en “off”, la fuente del peligro es invisible para el espectador y la oscuridad se convierte en la envoltura siniestra y amenazante en la que cualquier cosa agazapada en las sombras puede acecharnos, agredirnos o enloquecernos. En las películas producidas por Lewton, la oscuridad se convertirá en un potente elemento narrativo gracias a un elaborado trabajo de fotografía y de dirección artística.
La película está basada en un artículo científico de Inez Wallace sobre el vudú en Haití y su estructura y personajes fueron tomados del clásico de la literatura “Jane Eyre”, de Charlotte Brontí«. Esta especial revisión del clásico adaptado al género fantástico era muy del gusto de Lewton, quien adaptó en otras ocasiones relatos de Robert Louis Stevenson. Productor culto y sensible, Lewton supervisaba cada guión con su equipo -firmó alguno de ellos con el seudónimo Carlos Keith-, y siempre reescribía él mismo una última versión antes de rodar. Para Yo anduve con un zombi encargó la escritura del guión a Curt Siodmak, hermano del director Robert Siodmak, y a Ardel Wray, que realizaron un magnífico trabajo. (...) (Claqueta)
RKO producer Val Lewton seemed to thrive upon taking the most lurid film titles and coming up with pocket-edition works of art. Saddled with the studio-dictated title I Walked With a Zombie, Lewton, together with scripters Curt Siodmak and Ardel Wray, concocted a West Indies variation on Jane Eyre. Trained nurse (Frances Dee) travels to the tropics to care for Christine Gordon, the wife of seemingly abusive Tom Conway. At first, Dee merely believes her patient to be comatose. But as the drums throb and the natives behave restlessly, Dee tries to bring her patient back to life by jungle magic. Conway is racked with guilt, believing himself responsible for his wife's condition; his guilt is stoked by Conway's drunken brother James Ellison, who has always loved Gordon. Utilizing very limited sets and only a handful of extras, director Jacques Tourneur manages to evoke an impression of an expansive tropical island populated at every turn by voodoo worshippers. Many of the sequences, notably Frances Dee's first languid stroll into the midst of the native ceremonies, have an eerie dream-like quality that pervades even the most worn-out, badly processed TV prints of I Walked With Zombie.
"El ùnico horror verdadero està en nuestra alma." Jacques Tourneur
Con estas palabras de la enfermera Betsy comienza Yo anduve con un zombi, la película más bella y lírica de la serie producida durante los años 40 por el excepcional Val Lewton (1904-1951). Una ensoñación maligna y sobrenatural situada en Las Antillas. Un poema sobre la vida y la muerte que transcurre en un mundo en descomposición en el que los nativos lamentan los nacimientos y celebran los entierros, un lugar en el que los peces saltan de terror a la superficie putrefacta del mar y en donde mueren las estrellas.
En Yo anduve con un zombi, al igual que en las demás películas de Lewton, la oscuridad se convierte en el principal recurso narrativo y estético. La oscuridad es profunda, insondable. Los sonidos, los olores y hasta el miedo recorren la oscuridad como un escalofrío hasta llegar a hacerse casi táctiles. El mar y el viento crean límites geográficos y espirituales, se convierten en vías espectrales por donde transitan las voces, los pensamientos y las almas. Lo etéreo y lo terrenal, lo aparente y lo oculto, la vida y la muerte se funden de forma apaciguada, al compás del suave ritmo del Calypso y del sonido de los cañaverales cuando los acaricia la brisa preñada de yodo y de malos presagios.
La producción de Yo anduve con un zombi vuelve a reunir por segunda vez a Val Lewton con el director Jacques Tourneur (1904-1977), con el que rodará algunas de las mejores películas de la serie. Su producción dio comienzo tan sólo dos meses después de terminada la primera película de su colaboración conjunta; La mujer pantera (1944). Es con Tourneur con quien Lewton determinará desde esta primera, las características formales y estéticas de todas las películas de género fantástico que produce durante los años cuarenta para la RKO. Lewton y Tourneur compartían gustos y aficiones y una forma muy concreta de entender el género; para ambos lo importante era sugerir, nunca mostrar.
Según se comentaba, Lewton presentía que la ausencia de una amenaza específica permitía que cada espectador proyectara sus miedos más íntimos. Sin embargo, Lewton sí nos da pistas a través del sonido de la naturaleza de esa amenaza, el plano queda fijo pero el sonido es el que nos sugiere qué tipo de peligro acecha a los protagonistas de sus películas; y es el sonido, e incluso la ausencia de éste, utilizados ambos, sonido y silencio, de manera magistral, del que se vale para mantener un tenso suspense que explota de manera brusca e inesperada para el espectador. La utilización del terror sugerido se convertirá en el recurso de éxito y en la seña de identidad de las producciones Lewton y también en una característica de todo el cine de Tourneur. Al respecto, Tourneur señalaba: “(…) de cualquier modo, la utilización del estilo elíptico, la manera de sugerir el horror, es una aportación personal y continúo estando convencido de que es la única forma válida de hacerlo”.
El clímax de este “suspense de lo sobrenatural” ocurría en “off”, la fuente del peligro es invisible para el espectador y la oscuridad se convierte en la envoltura siniestra y amenazante en la que cualquier cosa agazapada en las sombras puede acecharnos, agredirnos o enloquecernos. En las películas producidas por Lewton, la oscuridad se convertirá en un potente elemento narrativo gracias a un elaborado trabajo de fotografía y de dirección artística.
La película está basada en un artículo científico de Inez Wallace sobre el vudú en Haití y su estructura y personajes fueron tomados del clásico de la literatura “Jane Eyre”, de Charlotte Brontí«. Esta especial revisión del clásico adaptado al género fantástico era muy del gusto de Lewton, quien adaptó en otras ocasiones relatos de Robert Louis Stevenson. Productor culto y sensible, Lewton supervisaba cada guión con su equipo -firmó alguno de ellos con el seudónimo Carlos Keith-, y siempre reescribía él mismo una última versión antes de rodar. Para Yo anduve con un zombi encargó la escritura del guión a Curt Siodmak, hermano del director Robert Siodmak, y a Ardel Wray, que realizaron un magnífico trabajo. (...) (Claqueta)
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