Alemán/German I Subs:Castellano
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En el verano de 1984, Reinhold Messner emprendió la ascensión de dos cimas del Karakorum, en Pakistán, en compañía del joven Hans Kammelander. El reto: alcanzar las dos cimas en siete días, sin parar, sin oxígeno y sin descender al campamento base.
Sábado 23 de noviembre"Un único pensamiento que domina a todos los otros: ¡partir! Me aterroriza la gente. Y además, la Eisnerin (diminutivo de Lotte Eisner) no debe morir, y no morirá, no lo permitiré. No, no se morirá, y aún menos en estos instantes, porque no debe. No, no morirá ahora porque no morirá. Aprieto el paso, y al poco la tierra se estremece. Cuando camino, camina un bisonte, y cuando me detengo, descansa una montaña.”
“¡Piedad! No debe morir. No morirá. Espero llegar a París y encontrarla con vida. No uede ser de otro modo. No tiene derecho a morir. Quizá pueda hacerlo más adelante, cuando se lo consintamos.”
“Mi curiosidad es buena consejera, y me lleva hasta una residencia secundaria: jardín vallado, estanque con un puentecillo, y la casa acerrojada. Para abrirla utilizo el método más simple, que me enseñó Joschi: primero, forzar un postigo; luego, romper un cristal; al fin, introducirse en ella. En un rincón del cuarto hay una banqueta y unas grandes luminarias, extrañamente encendidas. Ningún lecho a la vista y sí, en cambio, una mullida alfombra, dos cojines y una cerveza sin abrir. En un rincón, un sello de cera roja. Un mantel con motivos de los años cincuenta y, sobre éste, un crucigrama del que, con mucho esfuerzo, habían rellenado la décima parte. El garabateo al margen demuestra que habían agotado todos los recuerdos. Habían hallado, por “¿cubrecabezas?”, sombrero; por “¿espumoso?”, champán, y por “¿larga distancia?”, teléfono. Acabo el crucigrama, y lo dejo como prenda sobre la mesa. ¡Maravilloso asilo, tal lejos de todo"!”
Lunes 25 de noviembre
"Adivino en la oscuridad una construcción, a la que me aproximo tambaleando. No es sino un mugriento refugio para las vacas. El suelo, arcilloso y empapado, aparece maltrecho por el bestiaje. Uno se sumerge hasta las rodillas, terrones firmes y pesados se pegan a las botas. Sobre la colina que domina Haselbach hay dos casas de campo. Me introduzco en la más bella sin romper nada. Dentro hallo los restos de unas comilonas celebradas no hace mucho. Unos naipes, un vaso de cerveza vacío, y un calendario al día: noviembre. Afuera, la tempestad, y adentro, ratones. ¡Qué frío!”
Martes 26 de noviembre
“Con el mapa de Shell que compré en Kirchheim, todo es más claro. Tormenta, a la noche, y por la mañana todo cubre la nieve, que parece deshilacharse a medida que se va fundiendo.”
“Mi curiosidad es buena consejera, y me lleva hasta una residencia secundaria: jardín vallado, estanque con un puentecillo, y la casa acerrojada. Para abrirla utilizo el método más simple, que me enseñó Joschi: primero, forzar un postigo; luego, romper un cristal; al fin, introducirse en ella. En un rincón del cuarto hay una banqueta y unas grandes luminarias, extrañamente encendidas. Ningún lecho a la vista y sí, en cambio, una mullida alfombra, dos cojines y una cerveza sin abrir. En un rincón, un sello de cera roja. Un mantel con motivos de los años cincuenta y, sobre éste, un crucigrama del que, con mucho esfuerzo, habían rellenado la décima parte. El garabateo al margen demuestra que habían agotado todos los recuerdos. Habían hallado, por “¿cubrecabezas?”, sombrero; por “¿espumoso?”, champán, y por “¿larga distancia?”, teléfono. Acabo el crucigrama, y lo dejo como prenda sobre la mesa. ¡Maravilloso asilo, tal lejos de todo"!”
Lunes 25 de noviembre
"Adivino en la oscuridad una construcción, a la que me aproximo tambaleando. No es sino un mugriento refugio para las vacas. El suelo, arcilloso y empapado, aparece maltrecho por el bestiaje. Uno se sumerge hasta las rodillas, terrones firmes y pesados se pegan a las botas. Sobre la colina que domina Haselbach hay dos casas de campo. Me introduzco en la más bella sin romper nada. Dentro hallo los restos de unas comilonas celebradas no hace mucho. Unos naipes, un vaso de cerveza vacío, y un calendario al día: noviembre. Afuera, la tempestad, y adentro, ratones. ¡Qué frío!”
Martes 26 de noviembre
“Con el mapa de Shell que compré en Kirchheim, todo es más claro. Tormenta, a la noche, y por la mañana todo cubre la nieve, que parece deshilacharse a medida que se va fundiendo.”
Miércoles 27 de noviembre
“Laupheim. En la cantina de la estación compré un diario local. Ya no tengo ni la menor idea de lo que sucede en el mundo. Me cercioro así de que es miércoles, tal como lo había presentido. Untersulmetingen. Y luego a bosque traviesa. Un bosque silencioso cuyo suelo cubierto de nieve hallaba salpicado de hojas verdes de trébol. Mientras cagaba se me cruzó una liebre, al alcance de la mano, sin siquiera mirarme. Me puse un poco de alcohol en el muslo izquierdo, que me duele hasta la ingle a cada paso.”
“Laupheim. En la cantina de la estación compré un diario local. Ya no tengo ni la menor idea de lo que sucede en el mundo. Me cercioro así de que es miércoles, tal como lo había presentido. Untersulmetingen. Y luego a bosque traviesa. Un bosque silencioso cuyo suelo cubierto de nieve hallaba salpicado de hojas verdes de trébol. Mientras cagaba se me cruzó una liebre, al alcance de la mano, sin siquiera mirarme. Me puse un poco de alcohol en el muslo izquierdo, que me duele hasta la ingle a cada paso.”
Jueves 28 de noviembre
“Pasé la noche bajo un cobertizo, detrás de Volkertsheim. Nada más a la vista, así que ahí me quedé, aunque sólo eran las cuatro y media. ¡Qué noche! Tan violenta era la tormenta que el barracón, a pesar de estar sólidamente construido, temblaba en sus cimientos. Por una hendidura de la cumbrera, la lluvia y la nieve llegaban vaporizadas por lo que me sumergí en el heno. Me desperté durante la noche, y sentí que tenía un animal dormido sobre la pierna. Al moverme, tuvo más miedo que yo. Sospecho que era un gato. No creo haber conocido una tormenta tan terrible.”
“Cada vez me duele más el tobillo derecho. Si sigue hinchándoseme, no sé qué voy a hacer. Abrevio el camino, evitando las vueltas que llegan hasta Gammertingen. La pendiente acentuada acrece el dolor. Y, bruscamente, en un viraje abrupto, mi pierna izquierda me enseña el significado de la palabra menisco. Hasta entonces era pura abstracción. En tan lamentable estado me encuentro que vacilo largo rato antes de entrar en un albergue. Pero mi situación angustiosa me induce a vencer mi horror.”
Sábado 30 de noviembre
“Nieve y más nieve, granizo y lluvia, lluvia y granizo. Maldigo la Creación. ¿Para qué todo esto? Tan mojado voy que evito cruzarme con la gente en el campo embarrado, para no tener que mirarlos de frente. Al llegar a las aldeas, me siento incómodo. Delante de los niños, finjo ser del lugar.”
“Tailfingen-Pfeffingen-Burgfelden-Schalksburg-Durrwangen-Frommern-Rosswangen-Dottershausen-Dormettingen-Dautmergen-Tabingen-Grosslingen-Irstingen-Thalhausen-Herrenzimmern-Bosingen. De vez en cuando vuelvo los bolsillos de mi chaqueta y los retuerzo como trapos mojados. En Irstingen, en el hostal, se celebraba una boda. Nubarrones negros y grises cubren la tierra preñados de lluvia. La nieve mojada recubre los campos, y el entorno va oscureciéndose. Todo desierto: ni aldea, ni hombre, ni refugio alguno. En el albergue de Herrenzimmern leí que se alquilaban habitaciones a los viajantes. A parte la mesa de los parroquianos, la sala de abajo está vacía. Detrás del mostrador, un pálido granujiento, aproximadamente de mi edad. Le pido una habitación para la noche, pero lo primero que hace es examinarme de la cabeza a los pies. Se había cortado, afeitándose, por la mañana. Por cortesía, dado su aspecto granujiento, sólo miro sus manos. Voy a preguntar, me dice, y va a buscar tras la puerta una respuesta negativa. Completo, anuncia a su regreso, pero todo estaba vacío. Con aprobatorio silencio, los clientes parecen respaldarlo: no se le alquila a un tipo como yo, ¿tendrá con qué pagar? es lo que traslucía aquel rostro de asno perfecto. Voy tan mojado, que no se me ocurre ninguna respuesta.”
“En Bosingen, hallo albergue en una casa particular. Dos mujeres, una abuela yla hija, me abren inmediatamente su corazón, y esto me consuela. Me ofrecieron una tisana con hierbabuena, unos huevos al plato y un baño caliente. En el televisor, el meteorólogo anuncia buen tiempo mañana. La mujer trabajaba a domicilio, cose sostenes color rosa, y tiene ya una pila en la cocina. Me hubiera gustado sentarme a su vera y verla trabajar, pero estoy demasiado cansado.”
Lunes 2 de diciembre
“Seguramente en varias ocasiones he equivocado el camino, pero después, examinando mis errores, advierto que me han llevado por el buen sendero. Lo malo es que cuando me doy cuenta de un error, no tengo el valor de volver sobre mis pasos, y prefiero corregirme con otro error. Sea como fuere, me he trazado un itinerario imaginario, casi rectilíneo, al que no siempre puedo constreñirme; pero, en fin, mis desviaciones nunca son muy importantes…”
“Mientras descendía cojeando la pendiente me crucé con un cojo. La ruta bajaba en picado hacia Hornberg, y sentí entonces las rodillas y el tendón de Aquiles. Hacia el talón, el tendón se hace más grueso y, al tacto, parece como metido en un estuche. En medio de la oscuridad sacudí la puerta de un establo iluminado: acompañadas de dos chiquillas de diez y cinco años, dos ancianas ordeñaban vacas. Al principio, la mayor de las chiquillas se asustó porque, como luego supe, creyó que yo era un bandido. Me gané más tarde su confianza, y tuve que contarle historias de la selva virgen, de serpientes y elefantes. Ella me iba sembrando trampas, sondeándome para saber si lo que le contaba era la verdad verdadera. La cocina, muy pobre, y la atmósfera opresiva, y sin embargo aquellas dos mujeres no vacilaron en ofrecerme un rincón donde pasar la noche. “
Martes 3 de diciembre
“Ya noche cerrada, en lo alto de la colina, tropecé con un grupo de hombres en un lindero del bosque. Dándome la espalda, aguardaban, bajo los árboles, tiesos, había también unas sierras eléctricas, aunque la jornada hubiese concluido. Al acercarme, advertí que eran presos, forzados a trabajar de leñadores. Estaban a la espera de que vinieran a recogerlos. Entre ellos, un vigilante, uniformado de verde. Se me adelantaron luego varias furgonetas Volkswagen enrejadas.”
El viaje sigue… (Fragmentos de "Del Caminar sobre Hielo" de Werner Herzog, que dice: "Un amigo parisino me llamó por teléfono a fines de noviembre de 1974. Me dijo que Lotte Eisner estaba muy enferma y que sin duda iba a morir. Le respondí que no es posible. No en este momento. El cine alemán no podía prescindir todavía de ella, no debíamos permitir que muriera. Tomé una chaqueta, una brújula, una bolsa de deportes y los enseres indispensables. Mis botas eran tan sólidas, tan nuevas, que merecían mi confianza. Me puse en camino hacia París por la ruta más directa, convencido de que, yendo a pie, ella sobreviría. Además tenía ganas de estar a solas conmigo mismo.", tomado de Pensar En Cine)
"El cine se desarrolla en el terreno de los sueños, de los anhelos y deseos colectivos... algo especial que no se da en la pintura, la arquitectura o la literatura... Me inclino hacia un cine que pueda fabricar el mundo de otra manera, que pueda devolvernos intactos nuestros sueños, nuestros deseos." Werner Herzog
Nuevos enlaces, gracias a chicharro
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